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1. Aprovechas al máximo tu talento

Cada persona tiene algún talento especial, como bien explica Sir Ken Robinson. Pero no siempre ese talento es por el que te contratan las empresas. Sin embargo, cuando trabajas por tu cuenta puedes ofrecer tu “talento especial” y hacer de eso tu core business. Y trabajar en lo que te gusta podría ser ya una razón suficiente. Pero sigamos con las otras.

2. Tú organizas tu tiempo

El margen de libertad para organizar tu agenda es incomparable cuando trabajas como freelance que si lo haces para otros. Es obvio que habrá ocasiones que tendrás obligaciones que cumplir en horarios determinados, pero nada que se pueda equiparar a un horario fijo.

3. No tienes jefe

Esta es tan obvia que casi no merece la pena explicarla, pero es que es una realidad como un templo que no tener jefe te ahorra muchos problemas y conflictos. Obviamente hay buenos jefes, pero ante la duda de quién te va a tocar, mejor no tenerlo.

4. Puedes escoger qué quieres hacer

No estoy hablando de los primeros momentos en el mundo de los profesionales libres, en que tal vez tengas que aceptar trabajos no tan interesantes. Pero con el tiempo, puedes empezar a escoger qué quieres hacer y que no. No tienes porqué escoger un proyecto que no te interesa. Puedes centrar tu energía en aquello que de verdad disfrutas haciendo.

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5. Puedes escoger los clientes

Como en el punto anterior, es posible que en los primeros tiempos aceptes algún cliente “menos deseable”, o que no encaja tanto en tu perfil de tus proyectos web, pero si piensas que tú eres tus clientes, en breve dejarás de hacerlo y empezarás a centrarte en los que merecen la pena.

6. Aprenderás a gestionar la incertidumbre

Esta razón puede parecer paradójica pues muchas personas huyen de la incertidumbre, pero la verdad es que estamos en una realidad cambiante así que como dice Tom Peters: has de acostumbrarte a sentirte cómodo ante la perspectiva de estar incómodo.

7. Puedes externalizar lo que no te guste hacer

Cuando ya cojas un poco de carrerilla, puedes empezar a permitirte cosas como contratar aquellas partes de tu trabajo que no te agrada hacer. Recuerda que no tienes jefe, nadie te obliga a hacer lo que te desagrade.

8. Tú decides el precio de tu producto o servicio

Esta claro que hay un mercado y eso condiciona en cierta medida el rango de precios de tus servicios o productos, pero aún así seguro que tendrás más margen que trabajando por cuenta ajena.

9. Tú decides cuándo tienes bastante

Puede ser que tu meta sea ganar tanto como puedas o tal vez sea tener tiempo libre o cualquier otra. Si trabajas como freelance, puedes llegado a un cierto punto, priorizar aquello que prefieras, lo que encaje más con tus valores.

10. Puedes escoger tus colaboradores

Habrá tareas que no puedas o no quieras hacer tú solo. En ese caso puedes colaborar con otras personas con la enorme ventaja que no es el equipo “que te ha tocado” sino el que tú elijas. Y si no te funciona, no tienes más que cambiar de colaboradores (no hablo de empleados)

11. Puedes decidir desde dónde trabajar

Este punto va a estar ligado a cuál es tu producto o servicio. Según lo que hagas, necesitarás un lugar físico para realizarlo y tal vez, un lugar fijo. Pero seguro que habrá muchas tareas que podrás realizar desde dónde mejor te vaya simplemente conectándote a tu ordenador o smartphone o llamando por teléfono.

12. La libertad no tiene precio

He dejado esta para la última porque quizás suene un tanto utópica, pero cuando trabajas para ti es uno de los puntos clave, ya que es algo que puedes sentir. No es algo que te cuentan o que piensas. Es algo que sientes en cada poro de tu piel. ¿Quién se resiste a ser libre?

Entiendo que no todo el mundo puede ser freelance y que a veces las circunstancias no te permiten dar ese paso. Pero si tienes ocasión de probarlo, te recomiendo que lo hagas. Aunque ya te advierto que es algo que “engancha”. Pero merece la pena correr el riesgo.

 

 

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